Capítulo I

"Mi muerte"

Mi vida siempre había sido normal, naci en lo que ahora son las tierras de la peste, mi madre, una gran bruja, nos enseño a mis tres hermanas y a mi a invocar diablillos que, a pesar de ser muy antipaticos se hicieron nuestros amigos, también nos enseño algunas de sus pociones.
Crecí con el fuerte deseo de seguir el negocio familiar de mi madre, y puede que algún dia comprara una pequeña parcela en Ventormenta, donde les vendería mis ungüentos curativos a todos los soldados que luchasen en batalla, y no me faltaba talento para ello.
Mi compañero Zabrosky, el diablillo que mamá me enseñó a invocar me ayudaba a recolectar plantas todos los días, y luego se las llevaba a la tienda donde mi madre las procesaba y las vendia.

A los 19 años mis avances en magia no eran para nada comparables con todo lo que sabía hacer con plantas y con raíces, y mientras mis hermanas podían invocar a fantasmagóricos avisarios yo podía hacer una poción que curaba cualquier herida mortal, que salvaría a alguien al borde de la muerte.
Uno de los días que estaba recolectando encontré una planta desconocida, me acerqué con cuidado. Con mucho cuidado me envolví la mano en un pañuelo y arranque una de esas bellas flores azules.
En casa la estuve analizandola, no se si fueron dos o tres horas las que pasé encerrada en mi cuarto, con probetas, con muestras y con dolores de cabeza. Llegué a la conclusión de que era una planta inútil, así que me dispuse a salir al jardín a fregar mis utensilios. 
En cuanto el agua con jabón tocó las muestras una especie de humo morado trepó por el viento hacia el cielo y hacia mis pulmones, recuerdo que casi vomito debido al olor tan repugnante que desprendía.
Con los ojos llorosos, y con esperanzas renovadas de encontrarle alguna utilidad a la planta volvi con las muestras y el jabón a mi casa. Nada más cruzar la puerta noté como mi nariz sangraba, y al ver la sangre, casi negra en mis dedos, comprendí que algo no iba bien. Cuando vi el suelo aproximarse hacia mi con gran velocidad, mis sospechas se confirmaron.
Tenía un horrible dolor de cabeza, y cuando abrí los ojos estaba en mi cuarto, mi madre, que parecía mas cansada que nunca estaba a mi lado.
No quiero contar muchos detalles de lo que pasó, por que no me acuerdo, y la verdad, no quiero recordarlo, se que ella tampoco sabía que planta era, y como en una carrera a contra reloj buscaba sin cesar un antídoto. Mientras tanto mis hermanas, cada vez que venían a verme, (con mascarilla por que no sabíamos hasta que punto era infecciosa) me contaban las noticias del exterior. La plaga estaba arrasando con todo y el miedo en las calles era mas perceptible que el sol en verano.
Pasaron días, pero no llegó a una semana, mi corazón comenzaba a fallar, me quedé delgada y palida, sabía que no me quedaba mucho mas de vida, y efectivamente, una noche, después de que mi madre me jurara que no descansaría hasta averguar algo, mi corazón dejó de latir dando fin a mi vida, por el momento.

Capitulo II

"Despertar"

Una luz cegadora hizo que despertara. Abrí mis ojos, ante mí, una valquiria. Pensé que la plaga había arrasado con mi pueblo, pensé que a partir de ese momento sería un zombi a manos del despiadado Rey Exánime, pero para mi sorpresa dijo:

-¡Morty! ¡Levántate, Morty! Bienvenida al reino de los vivos. Gracias a la bendición y el poder de la Dama Oscura te he liberado de las garras de la muerte. No eres una esclava, a partir de ahora tienes el poder de recorrer el camino que escojas. Si decides servir a la Dama Oscura Sylvanas te recomiendo que hables con el enterrador, el te dirá que

hacer.

Alzo el vuelo de un modo más que elegante y se acercó a otra tumba.

Me levante aturdida, ¿acababa de revivir? No era posible, ¿Cuánto tiempo llevaba muerta entonces? Mire  de mi acolchado ataúd, y vi algo desolador, el cementerio, estaba siendo revuelto, todos los muertos salían de sus tumbas y algunos no parecían ser ni personas. Mire de un lado a otro, y me di cuenta, de que justo detrás de mi había una lapida, mi lapida.

“Aquí yace Morticia Lunae la alquimista”

Eso había sido idea de mi madre, seguro. Me puse a llorar, llanto sin lagrimas porque me había quedado seca, me pare entones, a mirarme a mí.

Las puntas de mis dedos eran enteramente hueso, mi piel estaba amoratada, los huesos de mis codos se veían sin ningún problema y ni el traje rojo que llevaba puesto logro disimular los huesos salido de mis caderas y mis hombros.

Estaba muerta, muerta de verdad, además, olía a la mas asquerosa de las putrefacciones.

No sabía que pensar, había hablado un par de veces con el enterrador en vida, no había cambiado mucho a pesar de los girones de piel arrancados y la cuenca derecha del ojo vacía. Se encontraba dos metros de mí, y estaba entretenido cosiéndole la mandíbula a un hombre que no conocía de nada. Me dispuse a dar un paso. Rodilla derecha, bien. Otro paso más, la piel de mis rodilla izquierda había desaparecido junto con los músculos, mi rotula salió disparada y yo caí cuan larga era a sus pies. Rodilla izquierda mal.

-Hola Morty, hacia mucho que no te veía.

-Mordo… ¿Qué ha pasado? ¿Qué es esto?- dije alteradísima.

-Bueno, pues es una larga historia, pero en resumidas cuentas… ¡Ya está! Esto debería servir, si se te cae otra vez ven a verme.-se giró hacia mi- vaya que bien te conservas, creo que eres la mejor que me ha venido, tienes los ojos bien… aunque creo que te remendare bien esas rodillas.

-Mordo…

-Sí, siéntate y te lo voy contando. Resulta- dijo tranquilamente mientras me ayudaba a sentarme y recogía mi rotula del suelo- que poco después de tu muerte la plaga llegó a nuestro hogar, y cuando digo poco despúes quiero decir que fue justo después. Las valquirias me resucitaron entre otros como uno más de la plaga, pero la Dama Oscura, Lady Sylvanas, nos libero del yugo de Arthas. – Con unas tijeras recortó la piel de la espalda de un hombre y comenzó a cosérmela alrededor de la pierna.- Y ahora, como esta falta de no muertos, porque no hay otra forma de crearnos esta resucitando a todos los que están por aquí.

-Pero eso no está bien yo…

-Mira, hace mucho tiempo que esta muerta, no te preocupes por nada más que pensar que vas a hacer ahora. Aunque si me hicieras el favor de matar a esos indeseables que están destrozando los cadáveres que aun no se han resucitado me harías un favor. –dijo cortando de un bocado el hilo.

-¿Y cómo lo hago?- dije resignada.

-Invoca a tu avisario, eres bruja. ¿No?